Hoy es - ¡Este es el día que hizo el Señor!

mayo 11, 2010

QUÉ SON LAS REGIONES MUSICALES

DESCRIPCIÓN DE LAS ZONAS MUSICALES DEL MUNDO
“La música empieza donde se acaba el lenguaje.”
E.T.A. Hoffmann (1776-1822)
Es comúnmente aceptado por la Historia, la Antropología y la Sociología que existen tradiciones folclóricas y populares comunes a los pueblos de una región específica y dentro de un contexto de tiempo específico. Estas costumbres de los pueblos son fáciles de identificar como parte de un todo, de un mismo sistema común. Y como parte de ello está, por supuesto, SU MÚSICA.
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mayo 08, 2010

EL SERVICIO A DIOS en el orden de prioridades de la vida (1a Parte)

EL BALANCE "FAMILIA-MINISTERIO"

Para que nuestro trabajo en la obra de Dios (sea cual fuere éste) resulte verdaderamente de bendición, pues debe serlo así para todos los involucrados y para todos los alcanzados por el mismo. Y esto involucra también, y como punto de partida, a nuestra propia familia.
          Si llegase a darse un choque entre el servicio a Dios y la prioridad que debemos darle a nuestro hogar, es que surgen los conflictos; y por cierto, muy grandes.
          Recordemos que el núcleo familiar es el pilar de toda la sociedad; y aún, el de cada iglesia.
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EL SERVICIO A DIOS en el orden de prioridades de la vida (2a Parte)

¿ES LO MISMO SEGUIR A DIOS que SERVIR A DIOS EN UN MINISTERIO?
Es importante discernir la diferencia entre lo que es seguir a Dios y lo que es servir en la obra de Dios. Lo primero, es una forma de vida; y lo segundo, viene como parte de lo primero.
          Entendiendo esta diferencia, podríamos evitar el error que tantos cristianos cometen. Y este es el creer que su relación personal con Dios (que sí es y debe ser lo principal en sus vidas) es lo mismo que el servicio o ministerios que desempeñan en su obra. Aunque ambas cosas guardan relación y a algunos podría parecerle lo mismo, no lo son. Y la confusión de dichas prioridades lleva, en la práctica, a muchos inconvenientes en la vida de una persona.
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LA FAMILIA en el orden de prioridades de la vida (3a Parte)

EL BIENESTAR DE LA FAMILIA: EL SUSTENTO FAMILIAR.
Tal como mencionamos en artículos anteriores de esta serie, atender correctamente la prioridad familia va a involucrar, de manera inherente e indefectible, la responsabilidad ineludible de atender todos los aspectos concernientes al bienestar familar. Y una piedra angular de ello es el sustento familiar.
          Es decir, la forma en como los cabezas del hogar suplen las necesidades físicas, naturales y materiales de su familia. Entiéndase básicamente por esto, el trabajo, empleo, ocupación o como queramos llamarle. O sea, aquella actividad de la cual derivamos el sustento material y económico para nosotros y los nuestros.
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mayo 07, 2010

LA FAMILIA en el orden de prioridades de la vida (2a Parte)

ATENDIENDO LA PRIORIDAD FAMILIA
En el artículo anterior vimos la importancia de concederle a la familia la segunda prioridad en nuestra vida. En otras palabras, darle a nuestra familia la prioridad que debería seguir, después de Dios. Ahora, hablaremos acerca de establecer ese balance entre atender la familia y atender las demás ocupaciones.
          El concederle la segunda prioridad de nuestra vida a nuestro núcleo familiar, implica también dedicarle el amor, cariño, atención, cuidado, comprensión, apoyo, sostén (tanto espiritual, moral, como material); así como la instrucción, recreación y tiempo a todos y cada uno de los miembros que conforman nuestra familia. Y esto, en la medida de las necesidades de cada quien.
          Lamentablemente, en la vida real, no siempre nuestras mayores prioridades humanas son aquellas a las que les podemos dedicar más tiempo.
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LA FAMILIA en el orden de prioridades de la vida (1a Parte)

PRIORIDAD NÚMERO DOS: NUESTRA FAMILIA.
Tengo casi la completa seguridad de que ninguno que se llame a sí mismo "crisitiano" estará en desacuerdo conmigo, respecto a que nuestro Señor ha de ser el número uno para nosotros; es decir, la primera posición en el orden de prioridades de nuestra vida. Ahora bien, si preguntásemos cuál ha de ser la prioridad que sigue, es cuando surgen las diferencias de opinión.
          Algunos dirían, de buenas a primeras, que debe ser el servir al Señor. Otros, lo que harían sería fusionar, erróneamente, la prioridad de poner a Dios en primer lugar con la prioridad o el hecho de servir a Dios. Aunque a simple vista estas dos cosas resultan parecidas y suenan casi similares, no son exactamente lo mismo.
          En realidad, la prioridad que debería seguir en su vida, después del Señor y su relación personal con él, no es ni su trabajo, ni su carrera, ni sus estudios; ni sus metas personales; ni siquiera, su ministerio para Dios; sino sencillamente, su familia.
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DIOS EN PRIMER LUGAR en el orden de prioridades de la vida

PRIORIDAD NÚMERO UNO: DIOS
Creo que ninguno que diga ser creyente tendrá algún problema en aceptar (al menos, doctrinalmente) que Dios debe ser la prioridad número uno en su vida. Sin embargo, es imprescindible e imperante que esto se cumpla en nosotros, no meramente en teoría o emoción, sino en lo práctico y en verdad, al punto de ser una realidad inminente e inconmovible en nuestras vidas.
          Al decir que el primer lugar tiene que ser Dios, me refiero específicamente a nuestra relación personal con él, a lo que él significa para nosotros y a cómo todo lo que hagamos, digamos y pensemos busque siempre agradar, respetar, obedecer, temer y exaltar a Dios.
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mayo 06, 2010

ESTABLECER EL ORDEN DE PRIORIDADES EN NUESTRA VIDA

PONER LA VIDA EN ORDEN PARA DAR BUEN FRUTO
Cuando servimos al Señor en su obra (sin importar cuál sea nuestro trabajo en ella), lo más seguro es que deseemos que nuestro servicio a Dios resulte verdaderamente de bendición y que sea realmente productivo; es decir, que produzca buen y mucho fruto y que dicho fruto permanezca.
          Pero, me parece que para que nuestro trabajo o ministerio en la obra de Dios pueda considerarse como de bendición (en el sentido completo de la palabra), seria necesario, entre otras cosas, que éste traiga bendición para todos los involucrados.
          En otras palabras, nuestro servicio a Dios debe rendir buen fruto para todos los que (ya sea directa o indirectamente) lleguen a ser influidos, tocados, alcanzados o afectados por dicha labor. Y quiero referirme más específicamente en esta ocasión, a lo que tiene que ver con la familia.
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