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noviembre 28, 2010

EL SONIDO, MATERIA PRIMA DE LA MUSICA

(VERSIÓN PARA MÓVIL de este artículo)
FACTORES DEL SONIDO QUE AFECTAN LA MÚSICA

Podemos llevar y sentir la música muy dentro de nosotros, en nuestra mente y corazón. También podemos almacenarla en forma de bytes, dentro de una computadora, un disco compacto, un teléfono celular u otros dispositivos. Incluso, es posible plasmar su representación por escrito en un papel, a través de partituras musicales. O hasta puede ser expresada en forma de relaciones matemáticas.
          Pero el oyente común no podrá percibirla ni interpretarla como música hasta que no sea expresada y, literalmente, llegue a sus oídos. En otras palabras, dentro de nuestro mundo natural, una música que no suena y que no se oye, pues no es reconocida como música.
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          Es que la música necesita de un medio a través del cual ser manifestada y transmitida. Este medio, lógicamente, es el sonido; el cual viene siendo algo así como la materia prima que conforma la música y a la vez, “el carril” por donde ésta se “moviliza”.
          El sonido es un fenómeno de la Física. Por tanto, la música (considerándola fuera de toda acepción artística, subjetiva, emocional o espiritual) no escapa de los efectos físicos a los cuales responde y está sujeto todo sonido; ya que éste es el medio natural que sirve como vía de difusión de la música.
          Por ello, no estaría de más para un músico o un cantante comprender, aunque sea de manera superficial, ciertas características que tienen que ver con el sonido y que influyen directamente en la música. Características éstas del sonido, las cuales determinan cómo se conforma, se produce, se ejecuta, se transmite y se percibe la música.
          Algunos de estos factores son: la longitud y la amplitud de onda; la frecuencia, la intensidad y el timbre; la resonancia, el eco y la reverberación; el ritmo y tiempo; la modulación y la acústica de un lugar, entre otros. (Todos estos temas los iremos viendo poco a poco en los artículos acerca del sonido).
          Posiblemente, al ministro de la música podrá parecerle que detenerse a estudiar lo anterior no es indispensable para servir al Señor en la alabanza. En eso, respetado lector,  tienes toda la razón. No es indispensable, pero sí puede resultarte muy útil.
          Es necesario conocer los fundamentos teóricos-musicales, así como los aspectos espirituales que conlleva la música, como ministerio a Dios.
          Pero también es importante que cuando cantamos o tocamos algún instrumento musical, no andemos desapercibidos en cuanto a los aspectos naturales que se suceden y que afectan la producción, emisión, transmisión y recepción de la música; todos los cuales son consecuencia directa de la forma en que se comporta el sonido, como fenómeno físico que es.
        A veces, por simple desconocimiento de estas condiciones, no las tomamos en cuenta y esto puede generar muchos inconvenientes.
          En artículos posteriores veremos diversas situaciones prácticas que tienen que ver con el comportamiento del sonido en un ambiente músical. Buscaremos explicar estos tópicos de la manera más sencilla posible, dándole una aplicación práctica.

2 comentarios:

  1. Hola me gustaria saber mas serca del sonido en muchas iglesias escuchan la musica a un volumen muy alto y sn afan de juzgar a nadie algo me dice en mi corazon que eso no le agrada a Dios ya que en el afan de adorar con todo el corazon me temo que lo estamos haciendo con toda la carne gracias.

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  2. Hola, Elvira.
    Comprendo lo que dices, porque a lo largo del tiempo he escuchado a muchas personas quejarse por esa misma razón en las iglesias. A veces existen dos posturas extremas al respecto.
    Por un lado, están los que argumentan que Dios no es nervioso ni se asusta con el estruendo (lo que no deja de ser cierto). Pero no creo que por eso, so pretexto de alabar a Dios, vamos todos ahora a rompernos los tímpanos.
    Y por el otro lado, están los que argumentan que no hay que hacer alboroto ni bulla para alabar a Dios, y que debemos hacerlo solamente en quietud y pasividad.
    En mi opinión personal, no comparto ninguno de los dos extremos, sino que prefiero un punto intermedio y balanceado.
    En la biblia existen muchos pasajes en los cuales se nos exhorta a alabar a Dios "con fuerte y alta voz", "con címbalos resonantes", "con címbalos de júbilo", a "gritar, aplaudir", etc. Pero también hay pasajes como "Jehová está en su santo templo. Calle delante de él toda la tierra", y "dulce será mi meditación en ti".
    Es decir, todo tiene su momento y su lugar. Es bueno alabar a Dios con fuerza, pero también es bueno y necesario aprender a adorarle en quietud y reverencia.
    Lo que sucede en muchas iglesias es que hay músicos y cantantes que les gusta exhibirse, y quieren relucir ellos (de todo hay en la viña del Señor). Y por eso les encanta que les pongan sus micrófonos y amplificadores a más no poder. Y piensan que entre más ruido haya, más unción habrá.
    Aunque en la biblia se nos exhorta a alabar a Dios de una manera en la que hoy a algunos les parecería que es hacer bulla, también hay que tener presente que en los tiempos bíblicos no existían los equipos de sonido de ahora, que pueden amplificar cientos (o quizás miles) de veces la intensidad del sonido originalmente emitido.
    Por eso es importante que en las iglesias, conciertos y demás, se acomode el volumen de los equipos de sonido a las intensidades necesarias, sin excederse, de modo que la música sea para bendición, y no para tropiezo de los oyentes y presentes.
    Sería bueno desarrollar un artículo más detallado sobre este tema. Lo tendré presente.
    Gracias, Elvira por tu comentario.
    Bendiciones y saludos para ti!

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