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febrero 18, 2010

POR QUÉ SOMOS ASÍ - Los temperamentos humanos

LOS DIVERSOS TEMPERAMENTOS HUMANOS
Uno de los aspectos para aprender a tolerar a los demás es empezar primeramente por conocernos y entendernos a nosotros mismos, a nuestra propia persona. Es decir, por qué es que pensamos y actuamos como lo hacemos.
          Es necesario llegar a comprender que tal como nosotros mismos, todas las demás personas tienen también su propio carácter o manera de ser; es decir, una personalidad propia. En otras palabras, todos tenemos nuestro muy peculiar temperamento.
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          La palabra temperamento proviene del latín temperamentum, que significa "medida". El temperamento es definido por algunos como “la peculiaridad e intensidad individual de los afectos psíquicos y de la estructura dominante de humor y motivación de cada persona”. En términos más prácticos y sencillos, la RAE define el temperamento como: "Carácter, manera de ser o de reaccionar de las personas". Dicha definición es muy acertada, ya que el temperamento va a definir el carácter de una persona y su manera de percibir y analizar las cosas, así como la forma en que va a responder ante éstas.
LOS CUATRO TEMPERAMENTOS BÁSICOS - Generalidades
          Antes de pasar a analizar con detenimiento cada uno de los temperamentos, veamos primero ciertas generalidades al respecto.
          La psicología ha estudiado y determinado cuatro tipos básicos de temperamento en las personas. Desde la antigüedad, médicos como Hipócrates, primeramente, y luego Galeno, distinguieron 4 clasificaciones, las cuales consideraron como emanación del alma, por la interrelación de los diferentes humores del cuerpo; y en base a ello, se le dio sus nombres. Según dichas consideraciones, los clasificaron en:
  • Sanguíneo: persona con humor muy variable, dependiendo de su flujo interno de sangre.
  • Colérico: persona cuyo humor se caracterizaba por una voluntad fuerte y sentimientos impulsivos, propensos a enfadarse con facilidad; en las que predominaba la bilis amarilla y blanca.
  • Melancólico: persona triste, soñadora, emotiva y sentimental.
  • Flemático: persona que se demora en la toma de decisiones; regularmente apática y a veces con "sangre fría", en quien la flema era el componente predominante de los humores del cuerpo.
          Más tarde, el fisiólogo ruso Iván Pávlov enunció que las características del temperamento están dadas por el sistema nervioso, el cual, a su vez tiene tres características: fuerza, equilibrio y velocidad de correlación. Según él, la combinación de estas características era la que daba origen a los tipos de sistema nervioso que caracterizan a cada temperamento.
  • Sistema nervioso rápido y equilibrado: sanguíneo.
  • Sistema nervioso lento y equilibrado: flemático.
  • Sistema nervioso débil: melancólico
  • Sistema nervioso fuerte, rápido y desequilibrado: colérico.
          Hoy por hoy, dichas clasificaciones quizás nos resulten demasiado radicales y hasta algo estereotipadas. Sin embargo, no dejan de expresar, a grosso modo, ciertos rasgos generales, típicos a  cada temperamento. La psicología actual sigue considerando esas clasificaciones de sanguíneo, colérico, melancólico y flemático como los 4 temperamentos básicos del ser humano.
          Claro está, ahora, a la luz de un criterio moderno y mucho más amplio, sabemos que las personas son seres sumamente complejos, cuyo carácter, temperamento, personalidad (o como quiera llamársele), no puede simplemente encasillarse en un patrón estandarizado, pues es la suma, o mejor dicho, el producto de una multiplicidad de aspectos individuales, pero entrelazados; los cuales finalmente, constituyen el todo de un individuo.
          Aún así, a grandes rasgos, se podría decir que la composición del temperamento de todo individuo responde a una mezcla de dos elementos básicos:
  • Factores intrínsecos o propios de la persona; es decir, los factores psíquicos, físicos y fisiológicos. Actualmente se acepta clínicamente que ciertas características del temperamento tienen que ver con procesos fisiológicos del sistema linfático, así como a la acción endocrina de ciertas hormonas; y también, a procesos propios del sistema nervioso en sí. De esta forma, el temperamento tiene un porcentaje fisiológico y genético para nada despreciable.
  • Factores extrínsecos o ajenos al individuo; tales como las circunstancias externas, el ambiente que le rodea y el acúmulo de experiencias vividas a través de toda la existencia de la persona. En la actualidad se acepta, de forma general, que los efectos intensos y permanentes del entorno, de nuestras experiencias a lo largo de la vida, pueden llegar a influir de forma importante en la formación del temperamento de cada individuo.
          Por tanto, el temperamento de cada ser humano es una mezcla de muchos e intrincados aspectos, individuales, personales. Todos estos factores son irrepetibles de un individuo al otro.
          Para empezar, no somos genética ni físicamente idénticos; ni si siquiera los gemelos idénticos lo son (sus huellas dactilares son diferentes). Tampoco somos iguales fisiológicamente, ya que nuestros cuerpos no se desempeñan de manera idéntica. Por otro lado, nadie ha estado expuesto exactamente a la misma influencia social ni ambiental que otro (ni siquiera tratándose de miembros de una misma familia.); así como tampoco ha estado involucrado en todas las mismas situaciones ni circunstancias que otra persona. 
           A esa combinación de múltiples factores, irrepetibles y distintos para cada individuo, es que se debe que seamos tan especiales, diferentes y únicos en nuestra forma de ser. Por eso es que cada quien tiene constituido “su propio universo” (si así pudiera llamarse); en donde cada persona piensa, siente, se comporta y actúa de acuerdo a todo el trasfondo que conforma su propio y exclusivo "universo personal".
          Un pensamiento que leí una vez decía, parafraseándolo un poco:
“Al morir un ser humano desaparece consigo y para siempre, una interpretación única, propia y sin igual del universo”.
          Y esto, porque cada persona sobre esta tierra es especial y no es igual a ninguna otra que existe, haya existido ni existirá jamás. Bien dicen por ahí que “cada cabeza es un mundo”. Y es en base a todo ese acervo personal y único que cada quien siente y percibe las cosas desde su propio punto de vista y es que actúa en respuesta. Una misma situación puede ser percibida e interpretada de manera diamentralmente opuesta por dos personas. Con toda razón, la mayoría de las veces resulta tan difícil comprendernos los unos a los otros; ya que inclusive, en ocasiones nos cuesta entendernos a nosotros mismos.
          De allí, que sea tan importante la empatía para relacionarnos fructíferamente con los demás. La RAE define la empatía como: "Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro". En otras palabras, es la capacidad de un individuo de "ponerse los zapatos de otro", de tratar de situarse en el lugar de la otra persona. Aunque claro está, lograr esto a cabalidad es literalmente imposible; pero al menos, podemos hacer el intento.
Nuestro grado de empatía tiene mucho que ver con nuestra propia madurez emocional. Quien es un niño emocional solo querrá ver las cosas desde su punto propio de vista y no le interesará lo que piense, diga, haga o sienta al respecto la otra persona.
          Retomando el punto de la singularidad de cada individuo, podemos decir que, pese a ello, existen ciertos lineamientos generales, en lo que respecta al comportamiento humano, que son comunes a un determinado grupo de individuos. Y es en base a ello es que se han separado los cuatro temperamentos básicos que mencionamos un poco atrás.
          Decimos temperamentos básicos porque todos respondemos a la fusión de, al menos, dos o tres temperamentos en diferentes proporciones; incluso, a veces, de los cuatro.  Los estudiosos en la materia han afirmado que conforme más proporcionado sea el porcentaje (25%-25%-25%-25%) de los temperamentos inherentes a una persona (preferiblemente, un poco de los cuatro temperamentos básicos), pues más estable y equilibrado será el carácter de ese individuo.
Basándose en el hecho de que ninguna persona posee únicamente un temperamento en su personalidad, la psicología desarrolló una clasificación secundaria de los temperamentos combinados. Esta surge como producto de la combinación dual de temperamentos, en donde uno de los temperamentos se considera el dominante y otro es el secundario en un individuo.
          Claro está, que ni aún dicha clasificación es exacta ni se adapta al anillo a todas las personas; pues sabemos que existen una multiplicidad de posibles combinaciones y proporciones en los temperamentos humanos. Aún así, se han considerado las siguientes clasificaciones:

LOS 12 TEMPERAMENTOS COMBINADOS:
(Se utilizan las primeras letras de cada temperamento para su nomenclatura. El temperamento que aparece primero es el predominante y el otro es el secundario).

TABLA: Las 12 Principales Combinaciones de Temperamentos 
Temp. DOMINANTE
Temp. Secundario
SANGUÍNEO
COLÉRICO
MELANCÓLICO
FLEMÁTICO
SanguíneoCOL-sanMEL-sanFLEM-san
ColéricoSAN-colMEL-colFLEM-col
MelancólicoSAN-melCOL-melFLEM-mel
FlemáticoSAN-flemCOL-flemMEL-flem
          La composición del temperamento influye en gran manera en la manera en que piensa, siente y actúa cada quien; y el tenerlo en cuenta nos ayudará a identificar y comprender mejor las cualidades y debilidades nuestras, así como las de los demás. Podremos tener así una visión más amplia de por qué somos como somos, lo que nos ayudará a relacionarnos mejor con quienes nos rodean.
          En esta serie "LOS TEMPERAMENTOS HUMANOS" , veremos a grandes rasgos, los cuatro temperamentos básicos de los seres humanos, pero enfocándonos, en este caso, principalmente en las actitudes de las personas dentro del ministerio que nos ocupa, que es la música en la alabanza y adoración a Dios. Claro está, ese es solo un enfoque muy general, haciendo énfasis en los puntos extremos de las cualidades y defectos de cada temperamento, para que visualicemos mejor cuando cada uno de estos temperamentos es el notoriamente predominante en una persona.
          Lo anterior no significa que una persona con determinado temperamento se comporte siempre de esas maneras extremas. Recordemos además que todos poseemos un poco de dos o más temperamentos, fusionados y no solo de uno. Y es más, sabemos que si se trata de una vida rendida al Señor y moldeada por él, los defectos propios del temperamento no sobresaldrán tan fácilmente y serán más notorios en esa persona los aspectos positivos.
Por lo general, los temperamentos sanguíneo y colérico suelen ser extrovertidos o activos; mientras que el melancólico y flemático son un tanto más introvertidos o pasivos.
          Le invito a que, siguiendo los enlaces al final de este artículo, pase a ver la descripción general de cada uno de los 4 temperamentos básicos.
IMPORTANTE:
          Le hago la observación de que al leer sobre cada uno de los temperamentos puros, tal vez usted pueda percibir una imagen un poco confusa, en cuanto a que se verá reflejado (a sí mismo y a otras personas que conoce) en más de uno de estos temperamentos. O también, dentro de un mismo tipo de temperamento, ciertas características parecerán ajustársele a usted, pero otras no. Esto se debe a que el análisis presentado para cada temperamento solo será un vistazo generalizado y muy básico de los cuatro temperamentos puros. Estos se analizarán así, como puros, solo para una mejor comprensión y visualización, por parte del lector, de las características de cada temperamento.
          Es que, como dijimos con anterioridad,
Nadie posee solo un único y puro tipo de temperamento, sino que responde a la mezcla de por lo menos, dos o tres temperamentos y a veces, hasta de los cuatro, solo que en diferentes proporciones. Así, siempre hay un tipo de temperamento predominante en nuestro carácter y otro u otros tipos en menor porcentaje.
          De allí surge la variedad e individualidad del carácter de cada quien; y gracias a Dios por dicho balance, pues casi siempre nuestras debilidades intrínsecas a un tipo de temperamento pueden ser compensadas por las cualidades inherentes al otro tipo, dentro de nuestra propia personalidad. Además, conforme más mezcla de temperamentos tenga una persona y éstos a su vez, en proporciones similares, pues más balanceada, ecuánime y madura reflejará ser.

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